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Sentada en el pasto solo sentí el frió de una ciudad en movimiento, vi colores que me parpadeaban para arrullarme en el sueño de la ciudad, mi pelo se movía, me hacían sentir ahí, con una sensación de compañía, sentía tanto que pude cerrar los ojos para seguir viendo mi noche, escuchar mis latidos que dictaban un nuevo idioma.